Desastre de Rancagua

Las duras jornadas que reconquistaron el gobierno colonial español, y que creyeron desechos los esfuerzos independentistas, tuvieron lugar el 1 y 2 de octubre en la ciudad de Rancagua.

Las fuerzas realistas al mando del general Mariano Osorio avanzaban hacia Santiago con cinco mil soldados bien armados y dispuestos. Los patriotas contaban con tan solo cuatro mil hombres. Con la mitad de estos, Bernardo O’Higgins se atrincheró en la ciudad, mientras que el resto se situó con José Miguel Carrera al norte de la urbe, apostado en la retaguardia.

O’Higgins hizo levantar barricadas en las cuatro calles que daban la entrada a la plaza y allí esperó al enemigo. En el campanario de la iglesia de la Merced mandó a colocar una bandera negra, para indicar que el rendirse no era una opción. Osorio atacó las posiciones patriotas, y durante dos días, ambos bandos se batieron heroicamente.

Durante la segunda jornada, los realistas cortaron el suministro de agua de la ciudad y prendieron fuego a las casas. Deshidratados y sofocados por el calor, los patriotas resistían, mientras que una división de Carrera intentó acudir en auxilio, pero se retiró sin librar combate.

No obstante, O’Higgins y sus hombres mantuvieron el combate con gran pasión, despreciando la muerte, la que amenazaba por todos lados. A pesar de ello, ya en la tarde del 2 de octubre, la lucha en el interior de la plaza solo era una titánica y vana resistencia. Faltaba agua para enfriar los cañones y el humo del incendio ahogaba a los soldados. Además, de los dos mil héroes no quedaban más de trecientos patriotas; pero antes que rendirse, O’Higgins ordenó a los soldados montar a caballo y cruzar las trincheras, abriéndose paso sable en mano entre el enemigo.

El desastre de Rancagua fue un gran golpe para la revolución emancipadora. En medio del caos y la confusión, muchos patriotas se refugiaron en el campo, mientras que los que pudieron, migraron a Mendoza con los miembros del gobierno y las últimas fuerzas del ejército, atravesando penosamente la cordillera.

Chile y la causa patriota quedaron completamente a merced de los realistas, los que restauraron el antiguo gobierno colonial, culminando así, el periodo de la Patria Vieja.