NADA BUENO VIENE DE ESTOS BUITRES

Recientemente, y en el marco de la pandemia COVID-19, el Gobierno de Chile pidió un préstamo a los buitres del Fondo Monetario Internacional (F.M.I) por US$24.000 millones.
Es sabido que el FMI actúa como una suerte de policía económica del mundo. Muchos países acuden a este organismo cuando no tienen más salida para afrontar sus problemas financieros.

Recordemos que el FMI, para aprobar estos préstamos usureros, les exige a los países que contraen estas deudas, “ciertas cuestiones”; hacer “ciertos ajustes fiscales”; eliminación de subsidios; aprobación de legislaciones ONU (como aborto, matrimonio homosexual, etcétera); y otras intromisiones a la soberanía de los países.
Ejemplos de esto tenemos muy cerca: Ecuador, donde el FMI le “sugirió” al presidente Lenín Moreno la eliminación del subsidio a los combustibles –las que originaron las protestas del pueblo ecuatoriano el año pasado–; y Argentina, donde este país, a cambio de recibir estos fondos fue extorsionado a legislar sobre el aborto.
Actualmente, el país trasandino está en default por incumplir el pago de su deuda, lo que podría acarrear a toda Latinoamérica a una nueva crisis.

En el caso de Chile, se solicitó una “línea de crédito flexible” (FCL) a 2 años. Se nos dice desde Hacienda que “no traería costos” y que quizá “no se utilice nunca el dinero”. Lo cierto es que, se use o no, tendremos que costear los millonarios intereses. En este caso, deberemos pagar el 0,4% anual del monto, unos US$95,2 millones al año a los buitres del FMI.

Nos hacen creer que es un orgullo el “salvataje” de estos buitres de la finanza mundial, cuando lo único que hacen estos elementos internacionales es saquear y estrujar hasta el cansancio a las naciones emergentes.

El FMI, la ONU y el Banco Mundial, son los peores criminales de cuello y corbata que parasitan cuando hay problemas –problemas, originados por ellos mismos–. Viven de la deuda y esclavizando a los países, minando nuestra soberanía y metiendo sus narices en nuestra legislación nacional.

Chile necesita lo contrario. Debemos expulsar a los que quieran sacarle provecho a las crisis sociales.
No endeudarnos más.
Dejar de pagar la deuda criminal por ser ilegitima, y, orientar nuestra economía hacia el desarrollismo industrial. Tenemos recursos naturales vitales para el futuro. Debemos potenciar nuestra industria nacional y dejar de depender exclusivamente de la finanza globalista mundial.

Ser nacionalistas, es ser proteccionistas en ciertos ejes productivos; es extirpar la usura y a los especuladores para volver al factor trabajo, que es, finalmente, la única riqueza que tienen los pueblos: sus trabajadores.
Ser nacionalista es defender nuestro mercado nacional porque con ello se está defendiendo el trabajo de millones de chilenos.

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